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martes, 21 de octubre de 2014

Escóndete y grita (1988) de Skip Schoolnik



Jovencitos de parranda
A finales de los ochenta se notaba que la enorme y amplia explotación del slasher estaba dejando a relucir la pérdida de calidad en estos productos y éste es un claro ejemplo de ello. Nuevamente volvemos a encontrarnos con el esquema del slasher clásico de toda la vida, eso sí, muy mal ejecutado. Un grupo de muchachitos (imbéciles todos) deciden pasar una noche de juerga y sexo, en el interior de un gran centro comercial, sin saber ellos que es el lugar en el que se oculta un psicópata travesti que, como bien marcan las reglas, los irá matando. De la película se puede destacar su cuidada ambientación, como ya he dicho, desarrollada en el interior de un gran centro comercial repleto de escalofriantes maniquíes que dan mucho juego para crear una atmósfera ciertamente inquietante. Pero lo cierto es que tanto los personajes, como las situaciones se tornan ya demasiado aburridas, vistas y lo peor de todo, excesivamente absurdas. 

Celebrando un polvito

Éste no tiene buena pinta
En un slasher un elemento fundamental, algo que ya he mencionado en múltiples ocasiones, es cuidar muy mucho el tema de las muertes, que resulten impactantes y sangrientas en su justa medida, eso al menos le dará calidad artística al producto, desde mi punto de vista (dejar alguna imagen para el recuerdo). En este filme no hay tal cosa, se producen muy pocas muertes, están mal filmadas y muy poco trabajadas. Olvidaos de gore o de maquillajes cuidados, no hay nada de eso. Puede que sea un punto a tener en cuenta cierta originalidad a la hora de mostrar la motivación que empuja al asesino a matar, pero en resumidas cuentas, está tan mal planteada que acaba perdiendo todo el interés que a priori pudo suscitar. El final, además, es de pena, digno de provocar auténticas risas involuntarias. Como conclusión, tenemos un bodrio bastante patatero, hay slashers mucho más recomendables desarrollados en el interior de un centro comercial como "La iniciación" o "Killbots", más amenos, más brutales y con una trama más interesante y mejor elaborada. Una mierdecilla de la que incluso se puede rescatar ese look ochentero tan particular para nostálgicos de la década como yo, por lo demás es un film rematadamente malo.

¡Anda que vaya pintas me lleva el asesino!

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