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viernes, 30 de enero de 2015

El padrastro (1987) de Joseph Ruben



El psicópata Jerry Blake (Terry O'Quinn)
Discretito thriller ochentero que, a pesar de su simplona premisa y su banal realización, creó su escuela y es que aportó su granito de arena a poner de moda una buena oleada de thrillers con personajes psicopáticos que tuvieron su gran apogeo durante los noventa, véase ''La mano que mece la cuna'', ''Durmiendo con su enemigo'', ''El buen hijo'' (éstas dos además, del mismo director que la que nos ocupa), ''De repente un extraño'', y un largo etcétera. En lo personal creo que ''El padrastro'' tiene algún detallito digno de rescatar, aunque por lo general es un film muy descafeinado y decepcionante, y me explicaré. La peli arranca de forma potente, y lo suficientemente desgarradora como para ponerte el corazón en un puño, lo cual parece inidicarte que vas a ver un film potente (valga la redundancia) y ciertamente acojonante. Un tipo (sensacional Terry O'Quinn, posteriormente popular gracias a la serie ''Perdidos''), acaba de matar a una familia entera (madre e hijos), observamos como se está acicalando el muy cabrón después de haberlos masacrado a todos a puñaladas, ¡y el tipo tan fresco! 

Así reacciona el loco éste cuando su ''familia'' no le agrada

Jerry con una nueva familia
Resulta (y no desvelo nada que el argumento no haga de inmediato) que este señor es un psicópata cuya mayor obsesión es tener la familia ideal, así que va cambiando de familia progresivamente (como el que cambia de camisa) y cuando ésta no corresponde con su imagen de familia perfecta, automáticamente los asesina a todos y se busca otra. Y así comienza ''El padrastro'', ahora este asesino ha puesto sus ojos en una nueva familia, compuesta por una madre (Shelley Hack, famosa por su participación en la mítica serie ''Los ángeles de Charlie'') y su hija adolescente (Jill Schoelen, un rostro bastante habitual en pelis de terror de serie B ochenteras). A partir de entonces la peli pega un bajón estrepitoso, se va mucho por las ramas y se vuelve muy inocentona y suave, algo indignante teniendo en cuenta, como ya he dicho, un comienzo tan agresivo.

La madre, Susan (la ex-ángel de Charlie Shelley Hack)...

...y la hija adolescente Stephanie (Jill Schoelen,
curioso topless tratándose de la jovencita protagonista)
No le beneficia ese tufo a telefilm tan incómodo, ni una dirección muy plana (excesivamente plana diría yo). Tampoco posee una atmósfera opresiva, ni el suficiente suspense capaz de hacer que te muerdas las uñas (y por supuesto de sangre, cero), sin más no se aprovechan muchos detalles del argumento que la hubiesen convertido en algo más potente. Al final la cosa se pone más interesante y cuando se descubren las intenciones psicopáticas de este padrastro, aflorará un poco la tensión inexistente durante el grueso del film, pero también de forma un tanto flojucha, sin un desenlace tenso por ejemplo al nivel de la magna ''La mano que mece la cuna'' (por mencionar otro film de similares características). A su favor hay que mencionar la magistral interpretación de Terry O'Quinn como el perturbado padrastro (¡sensacional el tío!), esa ambientación ochentera (para gusto de los nostálgicos) y que en líneas generales es un film que se puede ver sin miedo a aburrirse, aunque sea un tanto flojito. Sin más es una peli de suficiente raspado, ni emociona, ni cautiva, ni impresiona, te la tragas con facilidad y la olvidas con la misma facilidad. A pesar de todo, se ve que tuvo la suficiente repercusión para llegar incluso a generar dos secuelas más y un remake en 2009 (los cuales ya comentaré). 

Mejor no cabrear a Jerry

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