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miércoles, 18 de febrero de 2015

Los olvidados (1950) de Luis Buñuel



Los jóvenes protagonistas tienen una vida bastante dura...
Obra maestra, valiente, dura, devastadora, etc. Éstos serán los términos que hallaréis en el 99'9 % de las críticas que leáis acerca de este polémico film del aragonés Luis Buñuel (bueno, realmente ¿qué film de Buñuel no ha ido acompañado de cierta polémica?), y no digo el 100% por acusar la excepción que por ende confirma la regla. Realmente, apreciaciones como éstas, no son descabelladas ni andan desacertadas, pues si vemos un film como ''Los olvidados'', un film con más de sesenta años a sus espaldas, comprobaremos que es meramente imposible que nos deje indiferentes. Efectivamente es duro, eso es innegable, el director mostró una imagen terrible y realista de un grupo de infantes, pertenecientes a lo más bajo de la sociedad mexicana del momento (seguramente, la realidad actual -no sólo en México-, mantenga un sin fin de casos similares a los que muestra la película). Buñuel dejaba de lado (en cierta manera, aunque sí mete algún que otro ramalazo típico de su estilo) su arraigado surrealismo (puede presenciarse un ligero toquecillo por ejemplo en la escena en la que uno de los personajes tiene un sueño) para contar una historia realista, muy influenciada por la corriente neorrealista que estaba pegando fuerte en Italia, gracias a las historias que Rossellini, De Sica o Visconti, aportaron al Séptimo Arte denunciando las miserias acontecidas de la Segunda Guerra Mundial. 

...precariedad y pobreza son compañeras de su día a día

El prota, El Jaibo (Roberto Cobo)
No voy a ser yo quien le reste méritos al film, que acusa de manera admirable una técnica soberbia y un relato muy crudo en el que somos testigos de las vivencias del grupo de chavales protagonistas (todos actores amateurs que desempeñan a la perfección sus respectivos roles), empujados a la delincuencia para sobrevivir, mostrándonos sin meras tintas ni edulcoramientos baratos, si precaria situación y su desolador drama. Pero, aquí me encuentro con el gran pero que siempre le recriminaré al señor Buñuel y que obviamente, ningún experto curtido en cine señalará de su ilustre persona, y es esa jodida manía que acusaba de ser un cruel maltratador de animales, manía de que muchos otros cineastas de prestigio también han abusado de manera repulsiva y que, creo, nuestro sentido común y nuestro lado humano (y me refiero al verdadero), debe de condenar y de repudiar. En determinada escena vemos como un par de gallinas vivas, son apaleadas hasta la muerte de forma gráfica, y obviamente, sin ningún tipo de trucaje, que vale, que algún listillo pueda meter la coletilla de que después podrían servir de alimento, no critico eso, lo que sí que critico es esa frialdad de infringir daño físico a un ser vivo por el mero hecho de captar dicho momento por una cámara. 

Aquí se nota el tono un poco subido

¡Las manitas quietas!
Se ve que para ser considerado rompedor o provocador, había que coger a algún animalito y provocarle una muerte violenta ante la pantalla, por eso de conmover al público en pro de capturar un momento visual de impacto. En lo personal no concibo semejante impacto como algo positivo sino todo lo contrario, lo veo como algo inhumano e innecesario (¿acaso no existen técnicas efectivas para shockear al espectador sin necesidad de recurrir a la tortura de seres vivos?, ya puestos, ¿por qué no el señor Buñuel, rebanó un ojo humano real en ''Un perro andaluz''?). En mi opinión, ese lado crítico que intenta imprimir en su film, esa denuncia social, esas buenas intenciones que parecía acusar el señor Buñuel, en pro de los derechos humanos, con la filmación de ''Los olvidados'', pierden fuerza desde el momento en que ya has acusado tener el poco corazón de recurrir a una guarrada del tipo tortura animal gratuita (habría que colocarle la coletilla de snuff movie). Llamadme idiota, pero yo lo veo así, eso es pura y sencillamente mal gusto (y sino que se lo pregunten a Ruggero Deodato) y considero que debería ser lícito que se tome en cuenta y no se pase por alto tan a la ligera por mucho Buñuel que figure en los créditos.

A gusto se habrá quedado después de haber matado a las gallinas

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