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jueves, 12 de febrero de 2015

Un tranvía llamado deseo (1951) de Elia Kazan


  
Marlon Brando y Jessica Tandy representando en
el teatro ''Un tranvía llamado deseo'' en 1947
Los requisitos para encumbrar un film como obra maestra imperecedera del celuloide, suelen ser básicamente éstos; ser una adaptación de una obra literaria de un escritor de renombre, pertenecer a una época concreta de la historia del cine (a poder ser superior al medio siglo), contar con la intervención de rostros populares del star system del momento y venir bautizada con la acreditación en la dirección de un realizador reputado (omitamos el hecho de la relación del señor Kazan con la caza de brujas, lo cual le hizo ganarse unos cuantos enemigos en su profesión, ya mencioné este detalle por encima en mi comentario de ''La ley delsilencio''). Pues bueno, ''Un tranvía llamado deseo'' cumple todos estos aspectos, así que, no iba a ser de otra manera, reseña que se consulte sobre ella, reseña que la encumbrará como una inconmesurable joya del Séptimo Arte. Hablando en plata estamos ante otro de esos típicos pastiches petulantes para que los listillos de turno discurran sus kilométricas parrafadas alabando tal aspecto y tal otro para quedar de intelectuales. ''Un tranvía llamado deseo'', debo hablar con total sinceridad, me parece un film por un lado tedioso, por otro muy poco osado y por otro excesivamente cargante, y me explicaré. El film es una adaptación de una obra de Tennessee Williams, la cual no he leído (debo reconocerlo), pero cuyos entresijos argumentales conozco de sobra. La obra literaria era la mar de controvertida, teniendo en cuenta el momento en que fue escrita (finales de los cuarenta), en la que se incluyen aspectos como corrupción de menores, homosexualidad y una violación. 

La inconmesurable Vivien Leigh (la eterna Escarlata O'Hara de ''Lo que el
viento se llevó
''
) es la frágil, delicada y chiflada Blanche DuBois

Stanley Kowalski (Marlon Brando), todo
un ejemplo de virilidad y machismo
¿Qué sucede? La película se realizó en 1951 y en ese momento la censura en Hollywood era dura y severa, ¿resultado?, dichos aspectos de la obra original en la adaptación cinematográfica fueron eliminados de un plumazo, lo cual arrebata el potencial dramático del libreto que visto en reflejado en el celuloide da una extraña sensación de dudosa e incómoda exageración. La película cuenta como una mujer de mediana Edad, Blanche, se traslada a vivir con su hermana Estella, después de haberse quedado arruinada. Estella está casada con un bestiajo del demonio, un machista y cenutrio redomado llamado Stanley, cuyo choque extremo con la remilgada e híper sofisticada actitud de Blanche, dará lugar al mayor contraste de situaciones controvertidas, que acaban siendo el mayor atractivo del film. Iremos siendo testigos del inevitable avanzar de Blanche, sumida en su mundo, hacia la inevitable locura, lo cual transmite cierta lástima y compasión. Todo tendrá lugar prácticamente, en el reducido apartamento de ambos (puesta en escena muy teatral, respetando el marco de la obra original), por lo tanto encontramos que el trabajo actoral es vital para captar la atención del público. Vayamos por partes, desde luego no veo nada que reprochar en este sentido, los actores son de primera y sus respectivas encarnaciones de los diferentes personajes que cada uno desempeña, son bastante formidables. 

Stanley con su mujer Stella (Kim Hunter), hermana de Blanche

La sofisticación contra la rudeza
En mi opinión merece ser destacada Vivien Leigh (la eterna Escarlata O'Hara de ''Lo que el viento se llevó'') que se llevó su segundo Oscar a la mejor actriz por este papel, ella representa como nadie la fragilidad y la sumisión del personaje de Blanche y ese toque lunático que acaba envolviéndola en un halo de locura triste, la convierten por ende en el personaje más entrañable. Por otro lado está el opuesto a Blanche, Stanley, interpretado por un prácticamente aprendiz Marlon Brando (que venía de hacer el mismo papel para el teatro). Seamos sinceros Brando (que me parece un excelente actor) ha pasado a la historia más por marcar sus prominentes musculos de aquélla (seguro que era el mojabragas oficial del momento) enclaustrados de esas húmedas camisetas ajustadas que portaba, que por la intensidad de su personaje, un mameluco machista y cafre que pretende pisar a todo aquél que le rodea atribuyéndose la razón en todo y que será el azote masivo de la pobre Blanche. Quizás sea por ese enfoque incómodo del film (o de la obra) de engrandecer a este personaje, siendo en realidad alguien despreciable, ensalzándolo como algo así como un grandilocuente ser que ''cala'' que su cuñada no es tan ''inocente'' como parece, como si este palurdo fuese digno de ser conmemorado por alguna de sus becerras acciones, justificando así (en cierto sentido) muchos de sus viles actos. 

Stanley da muestras, siempre que puede, de su exquisita ''finura''

A la de una, a la de dos y a la de tres... ''Stelaaaa''
Al bueno de Brando le arrebató el Oscar al mejor actor, Humphrey Bogart por ''La reina de África'', en mi opinión de manera muy justa (Brando tiene papeles infinitamente mejores, sin necesidad de ir yendo de sex symbol rudo). Secundando se encuentran Kim Hunter (la futura Zira de ''El planetade los simios'') como Stella, hermana de Blanche y mujer de Stanley, ese ser que está en medio de la encrucijada y que día a día se debate esa difícil misión de seguir ejerciendo de punching ball de ambos o cortarse las venas (galardonada con un merecido Oscar a la mejor actriz secundaria); y Karl Malden, excelente actor que también fue premiado con la estatuilla al mejor actor secundario, en esta ocasión desde mi punto de vista, de manera injusta, pues competía con él el magno Peter Ustinov haciendo de Nerón en la suprema ''Quo Vadis'', un papel que para mí desde luego, se come con patatas al señor Malden. Pero vamos con el tema argumental y aquí ya vamos viendo las cagadas como adaptación, presentando las pertinentes modificaciones (a consecuencia de la censura) que no sólo le restan atractivo a la historia, sino que la hacen menos potente, menos dramática y mucho más artificial. El film omite el hecho de que Blanche se haya tenido que trasladar a vivir con su hermana, porque se había acostado con un alumno en su ciudad natal, menor de edad, convirtiéndose en una vergüenza y un deshonor. 

¿Tensión sexual no resuelta?

''Aquí en cuanto se descuida, a una la llaman vieja''
¿Qué pasa? Un detalle escabroso y vital para comprender muchos de los aspectos neuróticos de su comportamiento, esa promiscuidad que intenta ocultar por medio de ese comportamiento recatado, se pierden y no se entienden por lo tanto. Otro detalle es que se erradica de la historia, el hecho de que el marido de Blanche, no sólo le fue infiel (que lo fue, ya algo mazo jodido), sino que encima era homosexual, y los cuernos que le plantaba era con hombres. ¡Pedazo de tema controvertido! La pena es que no fue permitido incluirlo en el guión del film y nuevamente todo el potencial dramático que ofertaba dicho aspecto, queda anulado, el resultado es que, cuando se saca a relucir el tema del marido (y su posterior suicidio), no comprendemos la magnitud del ''problema'' que ello le acarrea al torturado personaje. Y por último, tampoco somos testigos de la violación por parte de Stanley a Blanche, escena mostrada sin tapujos en la versión teatral, en el cine tuvo que ser erradicada. En conclusión estamos ante una adaptación de un libreto potente, controvertido donde los haya, lleno de dobles sentidos, de crítica social, de arraigo cultural, muy cobardemente adaptado, muy burdamente narrado y repleto de omisiones y cortes por todos lados. 

A Blanche se le va ya demasiado la olla

Considero que el Oscar de Karl Malden al mejor actor secundario
era más merecido ese año por Peter Ustinov en la gran ''Quo Vadis''
Por lo tanto el resultado final acaba siendo algo descafeinado que no ha aguantado bien el paso del tiempo, una especie de semi-reflejo difuso de algo que quizás pretendía ser emotivo, agresivo y calar al público, pero que repito, el paso del tiempo lo ha convertido en un relato sin garra, pesado (hacerme caso, que las dos horas que dura no son precisamente muy llevaderas) acusando una lentitud de ritmo evidente y con aspectos tan exagerados que resultan excesivamente inverosímiles. Sí vale, nos queda un elenco actoral de primera, una fotografía en blanco y negro preciosa y excelentemente cuidada, una dirección solvente y un par de fotogramas que han trascendido a la historia del cine gracias a los pectorales bien marcadetes del apolíneo torso de Marlon Brando (los mismos que luego se convirtieron en un inmenso amasijo de tocino grasiento), las típicas banalidades que se sacan a relucir para aplacar las cagaditas de las ''joyas'' declaradas como ''obras intocables''. Hablando sinceramente, no me atrapó este ''Tranvía llamado deseo'', no me transmitió fuerza, ni drama, ni arraigo crítico; no, me transmitió pesadez, confusión, perplejidad y cierta indiferencia. Por supuesto sin restarle su peso icónico dentro de la Historia del Cine, pero es lo que siempre digo, cada espectador debe decidir por sí mismo, cuáles son sus obras maestras.

"Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños"

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