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domingo, 29 de marzo de 2015

Sillas de montar calientes (1974) de Mel Brooks



Los dos protas, Bart (Cleavon Little) y Jim (Gene Wilder)
En mismo año que Mel Brooks sorprendió al público con una más que hábil comedia que parodiaba la historia del mítico personaje ideado por Mary Shelley, ''El jovencito Frankenstein'', también sacó a la luz otro film que hacía uso un humor socarrón y satírico similar, pero menos lúcido que su otro trabajo, su magna obra maestra. ''Sillas de montar calientes'' es una comedia absurda que juega y se burla de los clichés del western clásico (algo así al estilo de ''Los hermanos Marx en el oeste'', pero más desmadrado y surrealista). La peli, hace un repaso a todos los caracteres esenciales de las pelis de vaqueros, haciendo especial hincapié en el tema del racismo y la xenofobia, algo muy marcado en prácticamente todos los westerns existentes (aquí ironizado de forma muy marcada). Si bien es cierto, la peli aporta algún que otro gag simpaticote, aunque en mi opinión el paso del tiempo la ha perjudicado bastante, mientras que por ejemplo ''El jovencito Frankenstein'' continúa más fresca. 

Al gobernador Lepetomane (el propio Mel Brooks) se le van lo ojos, ¡qué viejo verde!

Aquí la difunta Madeleine Kahn (nominada al Oscar
a la mejor actriz secundaria por este papel)
El problema que le veo a ''Sillas de montar calientes'' es un humor muy tontorrón, muy flojete, el abuso de un montón de chistes facilones, lo cual demuestra que los seis (nada más y nada menos) guionistas que firman el libreto (el propio Brooks entre ellos) no hicieron demasiadas horas extras a la hora de componer una historia un poco más sólida (lo cual siempre es requerido, por muy tono de surrealismo desmadrado que se le quiera dar a la historia). El final, me atrevería a decir que es la mejor (y más llamativa) parte del film, mutando la peli a algo así como a una parodia del mundillo de los rodajes cinematográficos, con los múltiples personajes saliéndose (literalmente) del escenario del western -quedando delatado que se trataba de un decorado artificial de estudio- y cambiándose a otros escenarios (característicos de otros géneros), reinando la absoluta anarquía. Hasta uno de los personajes acaba pidiendo un taxi (sí, tal cual) y exclamando: ¡por favor, sáquenme de esta película! 

Peligrosas arenas movedizas

En fin, a pesar de estos dos o tres momentos ciertamente hilarantes, y por consiguiente, más divertidos, no se puede denominar a ''Sillas de montar calientes'' como una película especialmente destacable dentro del género de la comedia satírica o parodio, en mi opinión. Es más, como ya he señalado, el mejor trabajo de Brooks, ''El jovencito Frankenstein'' está a años luz de ésta en todos los sentidos (manejo del humor, realización, etc.), incluso otros trabajos del director arrancan más fácilmente la risa que éste que nos ocupa (véase por ejemplo, ''La loca historia del mundo'' o la para mí entrañable, ''La loca historia de las galaxias'').

Los vaqueros irrumpen en un musical

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