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jueves, 6 de febrero de 2014

Sólo se vive dos veces (1967) de Lewis Gilbert



¿James Bond (Sean Connery) ha muerto?
La quinta película de la exitosa saga del agente 007, James Bond, fue anunciada como la última interpretación que Sean Connery haría de dicho espía. Según declaraciones del propio Connery, estaba cansadísimo del personaje que, por otro lado, fue el que le dio la fama. No obstante, el pobre se ve que sentía mucha presión debido a que dicha popularidad le impedía hacer una vida, digamos, normal dentro de lo que cabe. Así que, la despedida (falsa porque Connery volvería a hacer de Bond en dos ocasiones más, "Diamantes para la eternidad" y "Nunca digas nunca jamás") del popular actor trajo sus dimes y diretes. La película no puede tener un inicio más abrupto, nuestro prota es abatido a tiros, durante su estancia en Japón, y es considerado muerto; todo esto incluso antes de la aparición de los títulos de crédito (en los que escucharemos un precioso tema cantado por Nancy Sinatra, hija de Frank Sinatra). 

Bond es invencible y aquí le tenemos disfrutando de un masaje oriental

Pronto descubriremos que todo se trata de una treta del servicio secreto británico, que ve en este actor, una excelente oportunidad de que los malos de turno bajen la guardia, al pensar que su ferviente enemigo, Bond, esté muerto. Así que el espía secreto, deberá resolver desde la sombra, el secuestro de dos naves espaciales, pertenecientes a las grandes potencias mundiales, Rusia y Estados Unidos. Por supuesto, detrás de todo este turbio asunto se encuentra la peligrosa organización Spectra, con el malvado Blofeld a la cabeza. 

Bond con la sensual villana Helga Brandt (Karin Dor)

Bond a bordo de una potente máquina bien equipada para la defensa
Bueno, debo decir con total sinceridad, que "Solo se vive dos veces" me resulta uno de los films de James Bond, más flojetes. Sin lugar a dudas, es uno de los que menos me han gustado. A ver, con esto no quiero decir que no se pueda uno pasar un buen rato visionándolo, y más si es fan de la mítica saga. La película tiene algún momento bastante resultón, como ése concreto en el que el protagonista se desembaraza de todos sus enemigos, a bordo de un mini-helicóptero equipado con todo tipo de dispositivos que le permiten salir airoso, como de costumbre. Pero también contiene otros de absoluto surrealismo, y lo digo en el mal sentido, porque ver a Bond caracterizado como un japonés, pues como que me produjo un buen puñado de risas involuntarias. Aunque si por algo destaca este film dentro de la saga, es porque por fin pudimos verle la cara al malo malísimo de Blofeld. 

El Bond japonés, para descojonarse de risa

Bond conquistando Asia
Ese calvo misterioso, que siempre lleva a cuestas a ese precioso gato angora blanco, por fin se descubrió ante la cámara; muy acertadamente interpretado por el magnífico Donald Pleasence (todo un estandarte en el género de terror por haber sido el Dr. Loomis de la saga de "Halloween"). Por este preciso detalle, por supuesto, merece disfrutarse de esta película, aunque lamentablemente su presencia es bastante escasa (resumida a pocos minutos casi al final). Otro acierto es la mala del film, esa sensual y despampanante Karin Dor (posterior musa de Hitchcock en "Topaz"), que se come con diferencia a sus otras oponentes fememinas, la orientales Akiko Wakabayashi y Mie Hama, tan exóticas como sosas y poco destacables. En resumidas cuentas, es una película que se deja ver y que en especial será desgustada con más gusto por los acérrimos fans de las pelis de Bond; ya que acción y situaciones límite no le faltan, pero que en lo personal, no me entusiasma, y en comparación con otras más emblemáticas que se hace poquita cosa. Eso sí, el film fue un pelotazo en la taquilla y llegó a recaudar 111 millones de dólares en el mundo entero, lo que significaba que sus productores iban a seguir la saga, con o sin Connery. 

Por fin le ponemos cara al villano Blofeld (Donald Pleasence)

*MI MOMENTO FAVORITO: esa zambullida mortal de la malvada Helga Brandt (Karin Dor) en un estanque lleno de pirañas carnívoras. 

¡Ñam ñam, una jamona para la hora de merendar!

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