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lunes, 2 de marzo de 2015

Estoy vivo (1974) de Larry Cohen



Los Davis (John P. Ryan y Sharon Farrell), unos orgullosos
padres en la espera de un feliz alumbramiento
Si alguien creía que el bebé más peligroso del celuloide era el de ''La semilla del diablo'', estaba un pelín equivocado. En 1974, el director y guionista Larry Cohen (experto en bizarradas varias) sacó a la luz este pequeño clásico de serie B que con el tiempo ha visto aumentado su número de adeptos. El film, no se puede negar, parte de una premisa la mar de original y llamativa para todo aficionado al terror, y es que el villano de marras, es un bebé. Pero no un bebé dócil y bonito, para nada, una especie de bicho mutante que se arrastra a gatas llevando la muerte allá por donde pasa. El argumento cuenta como un matrimonio (John P. Ryan y Sharon Farrell) está esperando con ansias el nacimiento de su nuevo hijo. Pero resulta que la madre, tomó unas pastillas que ocasionan que no sólo el bebé no venga normal, sino que es una especie de monstruo que nada más ver la luz, arma una escabechina sangrienta en el hospital.

El parto se muestra complicado

Masacre en el quirófano
El bebé asesino escapa del lugar y se va cargando a diestro y siniestro, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad de los humanos. La policía, el ejército y la de mi madre, montarán patrullas de búsqueda con el afán de detener a esa criatura tan mortífera, mientras que su propio padre, se debatirá entre su deseo de destrucción de dicho ser y su amor por él, al fin y al cabo, es su hijito. ''Estoy vivo'' es una película que, dentro de su modestia y sus errores (que los tiene, debido a su escasez de medios mayoritariamente), no desmerece para nada, de hecho creo que se ha ganado a pulso el apelativo de clásico de culto. Lo más curioso, obviamente, es su originalidad argumental, porque no me digáis que no resulta retorcido el hecho de presentar como elemento asesino, a un bebé.

El bebé es muy especial y sanguinario

El padre intenta proteger a su retoño,...
La peli además muestra interesantes reflexiones y críticas hacia la sociedad, por ejemplo observando como los medios de comunicación machacan impunemente a los padres de la criatura, convirtiéndose a su vez en víctimas de un acoso masivo, o la presencia de ese pacto miserable entre la farmacéutica (cuyas pastillas son responsables de la mutación del crío) y los polis para eliminar al bebé monstruo, para lavarse las manos en el asunto y no salir enmierdados, en fin, que se muestran en el guión detalles muy interesantes que Larry Cohen pretende poner de manifiesto, al fin y al cabo los humanos acabamos siendo monstruos más perversos. Incluso la peli tiene su parte tierna cuando vemos cómo el supuesto monstruo, muestra su lado afectivo con aquéllos a los que reconoce como su familia (su madre, su padre, su hermano mayor). En resumidas cuentas, sin ser una gran película, sí que merece la pena al menos por lo peculiar de la propuesta. A destacar el aspecto grotesco del bebé (el cual no se ve mucho, mayoritariamente para que no se note mucho que es un más que evidente muñeco) y esa magna BANDA SONORA orquestada por el mismo Bernard Herrmann (el colaborador habitual de Hitchcock).

...pero es que el bicho se las trae de lo mortífero que es

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